¿Tiene alguna importancia la materialidad del texto escrito en la actividad lectora de la educación del mundo actual?
Moises Elias Samata Hualpa
La lectura es una herramienta que le permite al ser humano el aprendizaje a lo largo de su vida. Su desarrollo no es innato, sino que es producto de la introducción de la persona en el ámbito educativo. (Velázquez & Pedraza Amador, 2019). Con el contexto de la pandemia la educación tuvo que adaptarse a la virtualidad, lo cual supuso un aumento brutal de la lectura de los textos escritos digitales y una disminución sustancial de esta actividad en los textos escritos físicos por parte de los educandos. Sin embargo, esta situación se venía dando desde hace ya mucho tiempo con el avance de las tecnologías de la comunicación, la aparición de internet y la distribución en masa de dispositivos electrónicos. Cabe ahora preguntarnos: ¿por qué es importante la materialidad del texto escrito en la actividad lectora en la educación de los tiempos actuales? Desde mi punto de vista la lectura del texto escrito físico halla su importancia en la superioridad de la comprensión de la información leída con respecto a la de la lectura de textos escritos digitales, mediante aspectos cognitivos como la atención, concentración y retención. Teniendo en cuenta también factores como la confiabilidad de la información.
El nivel de atención y concentración de un alumno en la actividad de la lectura es esencial para que esta sea verdaderamente útil en su realización. El metaanálisis hecho por Singer y Alexander (2017) concluye que mientras más extensión y nivel de complejidad tenga un texto, mejor será comprensión en formato impreso que en digital. (Kovač & Van Der Weel, 2020). Esto es a causa de que la lectura en formato digital está sujeta a múltiples distractores, que son ajenos a los textos físicos, como las notificaciones de las redes sociales, publicidad, el estado de la batería del dispositivo electrónico que se usa de soporte, e incluso los enlaces que se pudieran considerar beneficiosos por permitirnos el acceso instantáneo a vastos textos en relación con el mismo tema son perjudiciales, ya que abruman al lector. Como consecuencia se tiene una lectura fragmentada, no lineal y poco eficiente.
Sumado a lo anterior, las características propias de los dispositivos electrónicos pueden influir negativamente en la concentración y la atención del estudiante. Factores como el tamaño del dispositivo y de su pantalla, el nivel de brillo, los ruidos derivados del funcionamiento de estos mismos, etc. Así, por ejemplo, un estudiante mermará su comprensión por la distracción que supone el ruido del ventilador de su computadora, sumado a que estar por largos periodos de tiempo frente a la pantalla inevitablemente cansará su vista. Probablemente también tendrá que permanecer en una misma posición para la lectura, ya que una computadora tiene muy poca movilidad. Todo lo mencionado afecta de manera significativa al proceso de la lectura y hace que sea deficiente.
La retención de la información adquirida por medio de la lectura es también un aspecto importante que se debe de tomar en cuenta, ya que esta se convertirá en futuros conocimientos previos que ayudaran al educando a facilitar la comprensión de futuras lecturas que giren en torno al mismo tópico o que tengan relación con él. En este aspecto Theresa Schilhab, et al., (2020) encuentran dos dimensiones en la materialización de la lectura, la primera es la espaciotemporal, mediante la cual sostienen que la materialidad de un texto escrito ayuda significativamente a la capacidad del lector para recordar la información leída gracias a lo que Hutchins (2005) denomina “anclajes materiales”, como el peso, textura, olor, color de páginas y tamaño de un libro en específico.
De esta manera, al tener un texto en físico mayores anclajes materiales en comparación con los que los textos digitales pueden proporcionar, son más fáciles de recordar y por ende más útiles a largo plazo. Esto es reforzado por los estudios estadísticos llevados a cabo por Ketron y Naletelich (2016) y Lluch (2017), en donde se concluye que los sentidos de tacto y olfato son los que más aportan a la sensación de inmersión y conexión con el texto leído siendo estos más relevantes en textos impresos que en digitales. (Baron, et al., 2017, citados por Jara & Mastrobattista, 2022).
La calidad de la información que se lee es un factor fundamental en la educación. Ya hemos visto que los textos físicos son más fáciles de recordar, no obstante, de nada sirve esta capacidad si la información leída no es confiable, es más, resulta contraproducente puesto que se puede caer en la desinformación. “El texto impreso tiene una mayor ventaja por cuanto su producción se somete a distintos momentos y metodologías que se engranan con un rigor establecido por las casas editoriales” (Arcila, 2022, p. 279). Con el texto digital la rigurosidad es más escasa. Si bien es cierto que existes páginas especializadas donde se pueden encontrar textos con información muy fiable, estas palidecen en comparación de la cantidad de textos en la red que no gozan de la misma condición.
Kriscautzky y Ferreiro (2017) concluyen de su investigación que en la red es confiable un sitio que proporcione información no editable por individuos no competentes, cuyo autor sea una persona, un grupo de personas o una institución que tenga peso y renombre. Si lo analizamos de esta manera los textos impresos cuentan con todas las características mencionadas, haciendo especial hincapié en la imposibilidad de ser editados por personas no competentes, lo cual incrementa la brecha de confiabilidad con respecto a los textos digitales.
La importancia de la lectura de textos escritos físicos en la educación del mundo actual radica en que son más útiles en relación a la comprensión de lo que es leído. En ellos es más fácil la concentración, la atención y la retención de la información por parte de los educandos. Esto gracias a que estos no presentan distractores significativos y a que contienen anclajes materiales que facilitan su almacenamiento en la memoria, derivados de su condición de objetos físicos. Los avances de la tecnología traen consigo muchas bondades, en el caso de la educación, una de ellas sería la accesibilidad y portabilidad de conocimiento en forma de textos escritos digitales. No obstante, se tiene que entender que de ninguna manera estos avances sustituirán al texto impreso. Ambos tienen sus ventajas y desventajas en diferentes aspectos, pero en lo que concierne a facilitar la comprensión lectora, el texto impreso lleva las de ganar.
Referencias
Acosta
Velázquez, S. C. y Pedraza Amador, E. M. (2019). Lectura digital y su
influencia en las prácticas lectoras en contextos escolares. Boletín Científico
INVESTIGIUM De La Escuela Superior De Tizayuca, 5(9), 45-50. https://doi.org/10.29057/est.v5i9.3921
Galvis
Arcila, S. (2022). Semejanzas y diferencias entre la lectura digital e impresa:
una revisión documental. Acción Y Reflexión Educativa, (47), 262-283.
https://revistas.up.ac.pa/index.php/accion_reflexion_educativa/article/view/2593
Kriscautzky,
M. y Ferreiro, E. (2018). Evaluar la confiabilidad de la información en
Internet: cómo enfrentan el reto los nuevos lectores de 9 a 12 años. Perfiles
educativos, 40(159), 16-34. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-26982018000100016
Mastrobattista,
L. y Merchán-Sánchez-Jara, J. (2022). Identificación y análisis de factores de
desapego de la lectura digital en el entorno académico: una revisión crítica de
la bibliografía. Profesional De La información, 31(2). https://doi.org/10.3145/epi.2022.mar.07
Miha, K. y
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Velasco Ministro de Cultura y Patrimonio de Ecuador Presidente del Consejo
Suecy Callejas Ministra de Cultura de El Salvador, 12-30. https://cerlalc.org/wp-content/uploads/2020/04/Dosier-Cerlalc-1.pdf#page=11
Schilhab,
T., Balling, G. y Kuzmčová, A. (2020). La disminución de la materialidad en el
tránsito de la lectura impresa a la lectura en pantalla. Juan Fernando Velasco
Ministro de Cultura y Patrimonio de Ecuador Presidente del Consejo Suecy
Callejas Ministra de Cultura de El Salvador, 106. https://cerlalc.org/wp-content/uploads/2020/04/Dosier-Cerlalc-1.pdf#page=106
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