Liderazgo Pedagógico: Pilar Fundamental del Aprendizaje Escolar
Moises Elias Samata Hualpa
La educación, piedra angular del desarrollo de la sociedad, es el
cimiento sobre el cual se erigen los conocimientos, valores y habilidades que
permiten el crecimiento intelectual y emocional de las personas. En un mundo
caracterizado por rápidos avances tecnológicos, cambios sociales y nuevas
demandas laborales, el rol del líder pedagógico se vuelve cada vez más
relevante para garantizar experiencias educativas efectivas y significativas
para los estudiantes. Por tal razón, sostengo que las instituciones educativas
pueden y deben, mediante un liderazgo pedagógico enfocado en el mejoramiento de
los procesos de enseñanza y aprendizaje, generar un impacto positivo en la
práctica docente del profesorado que forma parte de ellas y, en última
instancia, lograr un aprendizaje escolar óptimo, es decir, una educación de
calidad. Para ello, en primer lugar, se definirá en concepto de liderazgo
pedagógico y la relación entre calidad educativa y aprendizaje escolar. Luego se
explicará el papel que los docentes tienen en este último. Posteriormente se aclarará
la importancia del liderazgo pedagógico en la mejora de la práctica docente.
Es imperativo delimitar el concepto de
“liderazgo pedagógico” si se busca comprender su relación con el aprendizaje
escolar. En primer lugar, hay que preguntarse sobre el significado de
“liderazgo”. Este es la capacidad de un individuo o grupo de individuos de
influenciar sobre la voluntad de otras personas para que unan fuerzas, de
manera consciente y consensuada, a fin de lograr la consecución de objetivos
determinados que son de interés común. El Marco del Buen Desempeño Directivo
(2014), tiene presente algunos aspectos de esta definición y los traslada al
ámbito educativo cuando conceptualiza al liderazgo pedagógico: “es la
influencia que ejercen los miembros de una organización, guiados por los
directivos y diversos grupos de interés, para avanzar hacia la identificación y
el logro de los objetivos y la visión de la institución educativa (p.16)”. Uno
de los objetivos claros y fundamentales de la escuela, si hablamos desde un
punto de vista general, es brindar una educación de calidad a través del
mejoramiento del aprendizaje en el estudiantado. Por lo tanto, el liderazgo
pedagógico ha de estar centrado en los aprendizajes y la consecución de mejores
estándares de calidad educativa. Sin embargo, aquí la cuestión clave es saber
el cómo.
La calidad es un concepto muy amplio y fundamental que se aplica en
diversas áreas de la vida y en prácticamente todas las actividades humanas. A
grandes rasgos, hace referencia al grado de superioridad presente en un
determinado producto o servicio respecto de otros, en función del nivel de
cumplimiento de ciertos estándares (pueden ser determinados por la misma
organización o por un agente externo) y expectativas (derivadas de los deseos
de los usuarios o consumidores). En esa misma línea, Lizarzaburu (2016)
sostiene que la calidad tiene que ver con la idoneidad de un producto o
servicio para aquello que desee el cliente, lo cual implica tratar de
satisfacer sus necesidades. Por su parte, Aroquipa et al., (2019) define a la
calidad como aquel conjunto de propiedades esenciales de algo mediante los
cuales se diferencia de los demás; se tiene más o menos calidad de algo en la
medida en que dichas propiedades se operativicen, es decir, que se expresen en
la realidad.
Para
Orozco et al., (2009) y Escribano (2018), la calidad en su relación con la
educación, es un concepto difícil de delimitar en virtud de su carácter indudablemente
amplio, cuya génesis es, en primer lugar, la variedad de “clientes” del
servicio educativo (sociedad, padres de familia, incluso el mismo Estado) y, en
segundo lugar, a que está asociado a múltiples factores: económicos, políticos,
culturales, humanos, etc. Aroquipa et al., (2019) sostiene que un servicio
educativo de calidad es aquel que forme individuos con la capacidad de resolver
los problemas de esta sociedad, caracterizada por el cambio y la incertidumbre.
Romero y Santa (2021) mencionan que los buenos resultados de los educandos en
relación a los logros de aprendizaje son algo fundamental cuando de calidad
educativa se habla. En consecuencia, para lo que sigue del ensayo calidad
educativa será el grado eficacia presente en el servicio educativo ofrecido por
una institución, cuyo objetivo principal es el desarrollo, en los estudiantes,
de un conjunto de aprendizajes que los harán competentes para afrontar y
solucionar los problemas que se les presenten en la sociedad, en donde el
personal educativo (factor humano) altamente capacitado y comprometido con el
proceso de enseñanza-aprendizaje sea indispensable.
El quehacer educativo es muy complejo, por
tal razón, la gestión educativa se divide en
dimensiones. A saber, institucional, administrativo, pedagógico, y
comunitario. Según Apaza y Rivera
(2022), las dos primeras, abarcan cuestiones relacionadas con la formalización:
canales de comunicación,
organigrama, división del trabajo, uso del tiempo, espacio y recursos, etc. La comunitaria contiene el conjunto
de actividades que promueven la participación de la comunidad. La pedagógica tiene como
principal función orientar la práctica pedagógica. Para los autores, no puede existir incoherencia entre las
distintas dimensiones. Todas ellas deben contribuir a una enseñanza que mejore la calidad educativa.
Asimismo, señalan la importancia de la gestión del director o directivos, estos deben priorizar el sentido
pedagógico de la escuela pues, en armonía con lo planteado
anteriormente, ellos también
encuentran que, si bien la calidad educativa depende de muchos
factores en virtud de su complejidad, el factor “gestión del personal docente”
es aquel que contribuye en mayor grado.
La educación es un asunto de personas. Al colegio no lo constituyen una serie de materiales muebles o inmuebles, sino, las interacciones que se suscitan,
dentro o fuera de este, entre los diferentes
agentes educativos. Es pertinente entonces cuestionarse, ¿cuál de ellos es el
que está más directamente relacionado
con el mejoramiento de los aprendizajes? Se podría pensar en el director pues,
es precisamente él quien es la máxima autoridad dentro de una institución
educativa. No obstante, hay otro agente cuyo ser y labor está más próxima al
estudiantado, a lo que ocurre en las aulas: el profesor. La figura del docente aparece como una respuesta
plausible, después de todo, la calidad educativa implica fundamentalmente la adquisición y desarrollo de competencias y
capacidades (conocimientos, habilidades
y actitudes). Se coincide con lo expuesto por Escribano (2018) y Maza (2021),
pues plantean que el pilar fundamental de la calidad
educativa son las capacidades profesionales de los docentes. En esa
misma línea, Revilla y Escalante (2022) sostienen que la forma más directa de
mejorar el aprendizaje del estudiantado es modificando y mejorando las
prácticas del profesorado.
Siendo
entonces la calidad de los docentes un elemento directamente relacionado con el
óptimo aprendizaje escolar, es necesario conocer cuáles son las condiciones con
las que los profesionales de la educación egresaron de las universidades o
institutos de formación superior. Con gran pesar, se logra evidenciar un gran
déficit de competencias en los docentes que, después de formarse durante años,
no logran egresar como profesionales competentes. En América Latina, la carrera de educación
presenta un bajo prestigio, lo cual ocasiona que el mejor estudiantado no opte
por dicha profesión (Eguren y De Belaunde, 2019). Asimismo, el proceso
formativo de los docentes presenta demasiado énfasis en una metodología basada
en la exposición oral frontal en detrimento de la enseñanza de técnicas
pedagógicas apropiadas, que sean capaces de vincular la teoría con la práctica
y adaptarse a un contexto determinado (Escribano, 2018). En el Perú, la
formación de los educadores durante el siglo XX fue bajo un formato cientificista
y descontextualizado, lo que, aunado con la falta de vocación profesional de
quienes accedían a las facultades de educación, impactó negativamente (Revilla
y Escalante, 2020).
La idoneidad
y calidad de la formación
inicial docente es algo que es tarea de la educación superior. Sin embargo, las instituciones
educativas de educación básica tienen el potencial de ser catalizadoras del desarrollo profesional
de los docentes y, en consecuencia, mejorar el aprendizaje escolar y la calidad
de la educación. Al ofrecer
oportunidades de formación
continua, se puede crear un entorno propicio para que los docentes
sigan creciendo y mejorando como profesionales. Por tal motivo, el Marco del
Buen Desempeño Directivo (2014) establece que una de las prácticas directivas
de liderazgo a considerarse a fin de lograr un óptimo aprendizaje escolar es
desarrollar al personal. En esa misma
línea, Quispe (2020), afirma que la gestión pedagógica del directivo tiene la
finalidad de lograr las competencias
en los docentes para su óptimo desempeño personal y profesional. Para el autor existe una correlación significativa y positiva
entre la gestión pedagógica
del directivo, expresada en un acompañamiento y asesoramiento de los procesos de enseñanza-aprendizaje llevados
a cabo por los docentes, y un buen
desempeño docente, entendido como un quehacer
complejo que demanda una reflexión constante de su práctica pedagógica.
En
conclusión, la búsqueda de la calidad educativa, entendida como el logro óptimo
de aprendizajes significativos en los estudiantes, requiere de la priorización
de la gestión pedagógica que, a través del liderazgo pedagógico, fomente y
posibilite la formación continua del profesorado ya que, es innegable que el
docente desempeña un papel fundamental en la consecución del óptimo aprendizaje
escolar. En el complejo tejido educativo, el docente se convierte en un
catalizador para el progreso de la sociedad al formar ciudadanos competentes.
Su perfeccionamiento constante más que un derecho, es una obligación pues, solo
a través de su constante actualización, se puede preparar a las generaciones
venideras para enfrentar los desafíos del mundo en constante cambio.
Referencias Bibliográficas
Apaza
Chávez, M. S., & Rivera Muñoz, J. L. (2022). La gestión educativa como
factor de calidad en las instituciones educativas públicas.
Horizontes. Revista De Investigación En Ciencias De La Educación, 6(25), 1367–1374.
https://doi.org/10.33996/revistahorizontes.v6i25.418
Aroquipa Durán,
Y., Sucari León, R., Chambi Condori, N., & Supo Condori, F. (2019). Calidad
en la educación peruana,
una exigencia social. Puriq, 1(02), 208–216.
https://doi.org/10.37073/puriq.1.02.30
Eguren,
M., & De Belaunde, C. (2019). No era vocación, era necesidad. Motivaciones
para ser docente en el Perú. https://repositorio.iep.org.pe/handle/IEP/1155
Escribano
Hervis, E. (2018). El desempeño del docente como factor asociado a la calidad
educativa en América Latina. Revista Educación, 42(2),
738–752. https://doi.org/10.15517/revedu.v42i2.27033
Maza Sócola, C. D. (2021). Gestión educativa y el desempeño docente en las instituciones educativas de Castilla, 2015. Revista Peruana
De Educación, 3(5), 11–24.
https://doi.org/10.33996/repe.v3i5.273
Lizarzaburu Bolaños, E. (2016). La gestión de la calidad en
Perú: un estudio de la norma ISO 9001, sus beneficios y los principales cambios en la versión 2015. Revista Universidad Y Empresa, 18(30),
33-54. https://doi.org/10.12804/rev.univ.empresa.30.2016.02
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